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Las riñas de los fielatos


https://mgarrucha.wordpress.com/2015/04/30/las-rinas-de-los-fielatos/

Publicado el 30 abril, 2015 por Manuel León González

almacenes y casas de Las almadrabillas donde se situaba uno de los fielatos de la ciudad de Almería.

Enrique Lozano Nieto, arriero de Níjar, montaba un mulo cargado con nueve arrobas de tomates para venderlos en el mercado de abastos de la capital. Tenía que pagar peaje antes en el fielato de Los Molinos de Viento con cuyo fortachón empleado tenía pendencias de antiguo. Volvieron a discutir esa mañana de hace 90 años el fiel y el campesino y el administrador pegó tal puñetazo a la bestia en el hocico que le hizo caer a tierra haciendo rodar las hortalizas por todo el empedrado. Los fielatos, oficinas de cobro de arbitrios municipales, generaron siempre aversión entre los labriegos y menesterosos de Almería. Por eso, eran frecuentes las riñas entre los cobradores y los mercaderes que acudían con un pollo, unas docenas de huevos o con unos pellejos de vino a venderlo en la ciudad.

Este impuesto de consumos fue implantado en España en 1845 dentro de una amplia reforma tributaria del ministro de Hacienda Alejandro Mon y fue siempre la fuente de recaudación más importante de los ayuntamientos.

En Almería se inició el funcionamiento de estas oficinas en 1856. Se abrían a la salida del sol y se cerraban a su puesta. En la ciudad de Almería a partir de 185o, la Hacienda Militar ya solicita un local en la Puerta del Mar para fielato de la recaudación de derechos nacionales (antes de que fueran competencia municipal), cuyas dependencias fueron después adquiridas por José Duimovich y los herederos de Antonio Campos.

En 1868, con La Gloriosa, se suprimieron estos impopulares impuestos, y tras su nueva aparición, fueron de nuevo suprimidos en 1911. Tras la Guerra Civil volvieron a ser instaurados por el alcalde Vicente Navarro Gay, hasta 1961 en que desaparecieron definitivamente. En Almería hubo casetas de fielato en Pescadería, Carretera de Granada, Los Molinos, al  final de la calle de La Vega (Rueda López) y antes también en el Barrio Alto. Los  asaltos a las casetas y los intentos de burla fueron siempre motivo de controversia.

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