Mundo Musical Almería - Historia

Información sobre la historia musical almeriense

Mar Adentro - José Ángel Pérez García

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MILAGRO A MEDIAS, NAUFRAGIO EN BALERMA

Este relato no ha encontrado más fuentes documentales que la memoria de viejos pescadores que escucharon este  episodio de boca de sus padres y allegados y me lo hicieron llegar. Nos sitúa en el mes de octubre de 1.902. Ocurrió frente a las costas de Balerma. Fue en las primeras semanas de octubre, cuando ya el otoño se dejaba sentir y las fuertes tormentas e imprevisibles riadas se sucedían con desgraciada frecuencia.
Un año antes la provincia almeriense se vio azotada por una intensa tormenta durante la madrugada del uno de octubre que causó enormes destrozos en varios municipios y causó la muerte de al menos cuatro personas relacionadas directa e indirectamente con las fuertes lluvias.
Para Francisco Quero, conocido cariñosamente en Balerma como “Frasquito”, el día en cuestión no presagiaba durante las primeras horas de la mañana que la mar se pusiera brava. Desde la playa con esfuerzo, ayudado por otro pescador y un joven de apenas 15 años lograba echar su pequeño velero a remo a la mar. Poco antes, había colocado cuidadosamente en la cubierta las artes preparadas para comenzar la faena. Soplaba un ligero viento y tras remar unos escasos cincuenta metros mar adentro el velero cogió pronto su ritmo.
“Frasquito” no tiene una “marca” fija donde echar las rede porque además el viento empieza a cambiar y  a ponerse variable. Ya a casi media milla de la costa pone proa hacia un punto cercano a Guardias Viejas, un caladero fácil y que conoce perfectamente. A media tarde y con escasa suerte en las redes, el tiempo sorpresivamente empieza a empeorar. El viento sopla de levante y las olas comienzan a zarandear la pequeña embarcación. Se encuentran a unas cuatro millas de la costa aproximadamente. Viendo el cariz que toma la cosa, “Frasquito” sube el ancla y cambia el rumbo tratando de enfilar el litoral mas cercano buscando refugio. La mar ya está arbolada . Los golpes de mar se suceden y el pesquero con una profunda brecha en la línea de flotación del casco amenaza con  hundirse al producirse una vía de agua.
A su lado, el niño de 15 años que le acompaña asiste aterrorizado a la desigual lucha con el temporal. El muchacho tiene miedo y “Frasquito” lo consuela animándole. Le nombra a la Virgen del Carmen. Le dice  que está de su lado y no les va a pasar nada.
Las horas pasan y la noche se echa encima mientras las luces desde tierra están cada vez más lejos. Se hace noche cerrada y el barco empieza a hundirse. Como pueden se aferran a la tapadera del “asartel” de la embarcación cuando la embarcación desaparece de su vista. “Frasquito” y el muchacho están abrazados  y a la deriva aunque ya la tormenta empieza a dar señales de amainar. Crece la esperanza, aunque cada vez las fuerzas son menores.
Mientras tanto en el pueblo la gente empieza a intranquilizarse. El “Frasquito” no ha vuelto y hay muy mala mar dice los pescadores. Las familias están ya bastantes preocupadas. A la mañana siguiente se da aviso a las autoridades de Marina, nada se sabe de los náufragos. Todos empiezan a pensar que la tragedia se ha consumado y han muerto ahogados. Los ánimos van decreciendo y se empieza a llorar a los ausentes. El párroco ya conoce el caso y prepara los actos religiosos.
En esos años, principio del siglo XX, la seguridad en el mar era un bien escaso. Desgraciadamente muchas personas han muerto en la mar traicionadas por su propia intuición al desatarse súbitamente un temporal.
Mientras tanto en la mar la lucha continuaba. Pese a que el temporal había amainado bastante, aún quedaba resaca. Francisco Quero, un hombre joven y extraordinariamente corpulento logra mantenerse a flote con el chaval abrazado a su cuerpo. Así en esta posición, sacando fuerzas de flaqueza estuvo “Frasquito” en medio de la mar durante tres días. Con la máxima atención y sin desfallecer evitando que el sueño hiciera mella, aunque ya estaba prácticamente extenuado y el riesgo de irse al fondo del mar era inminente.
Cuando ya había agotado el repertorio de rezos y las fuerzas empezaban a abandonarle, divisa a lo lejos como un vapor navega rumbo a donde se encuentran. El mercante ha captado los mensajes de socorro propagados días antes por la radio morse de la Comandancia de Marina y el capitán intuye que pueden ser los náufragos buscados. “Frasquito” ve como empieza a acabarse la pesadilla. Como puede, hace señales con un solo brazo pero ya la tripulación del buque los ha visto y se disponen a rescatarlos.
A una distancia prudente les arrojan un cabo para poder izarlos a bordo. El niño, casi extenuado, al intentar alcanzarlo se suelta de su protector y queda a merced de las olas. La corriente lo arrastra de inmediato y en apenas dos minutos desaparece tragado por el mar. Francisco Quero sube desolado al barco. Cuesta trabajo consolarlo.
Mientras tanto en Balerma ya se han celebrado los funerales por el alma de los dos pescadores muertos. Las familias recibe el pésame de sus vecinos. Todo el pueblo está consternado por lo ocurrido.
A los veinte días de producirse el naufragio, la familia Quero recibe en su domicilio la visita de un marinero enviado por la Comandancia Militar de Marina. Lleva un mensaje de esperanza. Francisco Quero está vivo. La familia no se lo creé. Todos hablan de un milagro. El marinero les explica que un buque mercante los recogió continuando con su rumbo y hasta tres semanas mas tarde no llego a su destino, el puerto de Valencia. Desde allí fue donde se comunicó la novedad a las autoridades marítimas de Almería.
Lo que siguió después  fue todo un mosaico de contrastes. La alegría de una familia y el dolor de la otra se entremezclaron fuertemente. Se contaba entonces que la familia Quero mantuvo durante años  el mismo luto riguroso en señal de duelo que la familia del joven grumete ahogado.
No obstante en el pueblo, la aparición de “Frasquito” fue motivo para un día especial de fiesta. Para dar las gracias a la virgen del Carmen, se sacó la imagen en procesión arropada por todo el pueblo que salió a la calle vitoreándola y aclamándola por el milagro. Para muchos vecinos fue eso, un milagro, para la familia del muchacho muerto, no.



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UN FANTASMA LLAMADO “ARNA”

No se ha encontrado la fecha exacta o cualquier otro dato que nos aproxime en el tiempo cuando se hundió el buque “Arna” cuya estructura metálica descansan en el fondo del mar a poco mas de una milla frente al Cabo de Gata.
En la obra “Rincones Mágicos” publicada por Ideal se refleja que el buque pudo hundirse entre 1.925 y 1.930. No se habla de tragedia, ni de victimas mortales. Esta apreciación pudo conocerse después de que en 1.956 se confeccionaran unas nuevas cartas náuticas. Existe acuerdo en que no hubo que lamentarse desgracias personales ya que el barco tuvo que tardar varios días en hundirse dada la posición en que aún permanece sumergido.
El caso del “Arna” no es sumamente conocido. Algunos arriesgados submarinistas han logrado fotografiar al buque que de alguna manera se ha convertido en un faro submarino frente al paraje natural del Cabo de Gata-Nijar. Curiosamente, la gente de l amar para referirse a este pecio, lo llama coloquialmente “el vapor”. Según este coleccionable del diario  Ideal, se trata de un buque mercante de unas 5.000 toneladas y mas de cien metros de eslora. Transportaba una carga de mineral y llevaba matricula checoslovaca.
Aunque las circunstancias de su hundimiento no se conocen, lo que parece claro es que el “Arna” naufragó al colisionar un lateral del buque con la Laja, una piedra que surge del mar y se alza unos cinco metros sobre la superficie. El impacto originó una fuerte brecha en la línea de flotación del buque inundándose rápidamente la bodega.
El “Arna” se encuentra en la posición 36º 42’ 701N y 2º 12’ 302W con rumbo 280º frente al faro de Cabo de Gata. La proa está a 41 metros, la popa a 40 metros de profundidad y la parte mas alta de la cubierta del buque a tan solo 28 metros.
Si bien se han extraído anclas, cadenotes, galeotes y algún que otro elemento, el buque se encuentra prácticamente entero. Aunque está en posición de navegación, lleva casi ochenta años en reposo.
En las aguas de la provincia existen otros importantes yacimientos arqueológicos como el denominado "Pecio Gandolfo", restos de un barco romano que se encuentra sumergido a unos diez metros de  profundidad y muy cubierto por la arena, frente a la playa de San Miguel, al Sur  del Faro del Sabinal, a la altura de Punta Entinas.
Está constituido por el  maderamen de una embarcación antigua y la casi totalidad de su cargamento,  consistente en gran cantidad de ánforas de diversos tipos y tamaños, la mayoría  de las cuales se encontraron en excelente estado de conservación Entre los yacimientos documentados junto al pecio Gandolfo,  está la Laja de Cabo de Gata, en donde existen restos de un barco medieval.



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BOMBARDEADO EL ACORAZADO “ JAIME I “ EN EL PUERTO DE AMERIA


El acorazado “Jaime I” fue botado el  21 septiembre 1914 aunque su entrada en servicio no se produjo hasta  septiembre 1921. Al comenzar la guerra, el Jaime I estaba en Santander. Con los cruceros Libertad y Miguel de Cervantes recibió la orden de dirigirse al estrecho. Las tripulaciones adictas a la república se rebelaron contra los mandos antes de que estos tomaran claro partido por los nacionales. Los republicanos concentraron sus buques en Tánger (ciudad internacional) el 20 de julio (Jaime I, Libertad, Cervantes y siete destructores). El día 22, el Jaime I participa con los cruceros en el bombardeo de La Línea de la Concepción y el 25 en el de Ceuta. Ante la protesta de los nacionales, el Comité Internacional de Tánger obligó a la flota republicana a abandonar este puerto como base. A partir de entonces los buques republicanos utilizaron Málaga para mantener el bloqueo del estrecho de Gibraltar. El 5 de agosto, con apoyo aéreo, los nacionales lograron hacer pasar un convoy desde Marruecos y por parte republicana solo el destructor Alcalá Galiano acosó el convoy, cuyo ataque fue rechazado por el cañonero Dato. El día 7 el Jaime I y el Libertad bombardearon Algeciras y hundieron al Dato. El 13 de agosto el Jaime I recibió una bomba aérea en Málaga. En septiembre el Jaime I junto a  los cruceros Libertad y Cervantes, y cinco destructores fueron enviados en apoyo del aislado norte republicano. La operación tuvo poco éxito y concedió el dominio del estrecho de Gibraltar a las tropas nacionales. De vuelta al Mediterráneo los republicanos se concentraron en Cartagena. Desde allí el Jaime I participó en algunos bombardeos. En abril después de bombardear Málaga encalló, pero pudo refugiarse en Almería. En nuestro puerto, el 21 de mayo de 1937 a las siete de la mañana fue alcanzado por tres bombas arrojadas por cinco trimotores alemanes “Junkers” cuando permanecía atracado en el muelle de Levante. Las bombas impactaron directamente contra la cubierta del buque originando un virulento incendio provocando la muerte de seis personas. Otra veintena de tripulantes resultaron heridos de diferentes pronósticos. Remolcado a Cartagena para su  reparación, el 17 de junio una explosión interna en la sala de máquinas causó 300 muertos y su hundimiento.



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LA GESTA DE LOS NOVATOS

Francisco Fernández y José María Jiménez no tenían más de 18 o 20 años cuando en unión de otros cuatro amigos protagonizaron un extraordinario acto heroico salvando de una muerte segura a la tripulación del pesquero “Angelín” la tarde del 14 de enero de 1.942 después de que la embarcación naufragase en la zona conocida como “El Culo del perro” frente a las costas del castillo de Guardias Viejas.
Francisco Fernández y José María Jiménez, junto a cuatro amigos de Adra habían salido esa tarde a pescar en una pequeña embarcación a remos denominada “Joven Dolores”sin alejarse mucho de la costa. Dos jóvenes aspirantes a pescadores oriundos de Balerma calaban las redes despreocupadamente mientras en el horizonte veían navegar barcos de mayor tamaño que enfilaban rumbo hacia el puerto de Adra mezclándose con otros que a esa hora se hacían a la mar.
Uno de esos barcos, el “Angelín”, había llegado esa mañana al puerto de Adra procedente de Melilla. A bordo iban veintiséis pescadores. En las bodegas apiladas unas cuatrocientas cajas de sardinas. Tras llegar al puerto abderitano, el patrón del pesquero no llego a un acuerdo con los compradores por el bajo precio ofrecido por lo que  decidieron llevarse la mercancía a Almería.
Estaba poniéndose el sol cuando se produjo el accidente. El “Angelín” pensaba estar a primeras horas de la mañana siguiente en la Lonja de la capital. Nada mas salir del puerto abderitano a escasas millas, cuando el pesquero se introdujo en la zona conocida como “Culo de Perro”, inexplicablemente colisionó con los restos de un vapor de cuatro chimeneas hundido durante la guerra civil y cuya existencia en esta zona desconocía la tripulación melillera. El fuerte y violento impacto en la proa del barco originó una considerable vía de agua lo que provocó su rápido hundimiento.
 Todo se produjo en apenas diez minutos. Los marineros desesperados se arrojaron al agua agarrándose a los toneles y cajas de madera que caían flotando.
A unas tres millas de distancia , Francisco Fernández y José Maria Jiménez junto al resto de sus compañeros asistían atónitos a la escena. En poco tiempo sacaron del mar los palangres calados en la zona apresurándose a auxiliar a los náufragos. Las barcas eran pequeñas y a remos. Como pudieron pusieron rumbo hacia la zona donde se veían  los vestigios del pesquero. Veintiséis hombres se aferraban a la vida sobre los mástiles y los restos de madera zarandeados por el vaivén de las olas. Remando a fuerte ritmo lograron acercarse hasta ellos.
Como las barcas eran muy pequeñas tuvieron que dar varios viajes hasta la orilla para ponerlos todos a salvo. Francisco Fernández y José Maria Jiménez pese a su corta edad se portaron como jabatos aunque vivieron un auténtico calvario. Gracias a su esfuerzo y al de los amigos que les acompañaban consiguieron salvar la vida a toda la tripulación.
Una vez en tierra las labores de ayuda continuaron. Buscaron un caserón en las afueras de Los Baños de Guardias Viejas donde los náufragos se alojaron durante varios días hasta que finalmente pudieron regresar a Melilla. Hace unos años su acción heroica fue revivida de alguna manera a través de la páginas de La Voz de Almería . Sesenta años después se sentían orgullosos de su gesto aunque un tanto decepcionados porque oficialmente ninguna autoridad de Marina  reconoció su gesta de adolescentes ni siquiera cuando les llegó la hora de la jubilación. Pese al tiempo transcurrido, los dos únicos miembros de este improvisado equipo de rescate aún con vida esperan de una vez por todas que las autoridades al menos le reconozcan su hazaña. Nosotros nos sumamos a su petición y de alguna manera con estas líneas premiamos su coraje de adolescentes y extremada solidaridad.



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260 AÑOS BAJO EL MAR

Hace veinticuatro años dos jóvenes deportistas almerienses, David Fernández Torres y Santos Urquiza Cabo encontraron por azar frente a las costas de Los Escullos y La Isleta del Moro los restos de una embarcación de guerra del siglo XVIII cuando los muchachos buceaban buscando fondos rocosos para la practica de la pesca submarina. La noticia del hallazgo de una fragata de la Armada Española del reinado de Felipe V obtuvo de inmediato un amplio eco popular. Al principio todo fueron promesas a los jóvenes deportistas para seguir adelante con la recuperación de estos restos quienes de inmediato dieron cuenta del hallazgo a las autoridades ante el temor de que fuesen expoliados.
Muchas de las piezas rescatadas fueron depositadas y clasificadas en el museo arqueológico provincial de Almería. Entre ellas una piedra circular posiblemente utilizada en un pequeño molino para hacer pan. También se rescataron una pistola de bolsillo y el cañón de un mosquete, fragmentos de vasijas de barro, espadas y otros vestigios de armas de fuego.
Los restos se suponen que pertenece a la fragata “El Águila” hundida frente al litoral del parque natural de Cabo de Gata Nijar en 1.745 cuando posiblemente trataba de buscar refugio en la costa ante un fuerte temporal y a escasamente dos millas empujada por el viento embarrancar y hundirse a unos 23 metros de profundidad.
Urquiza y Fernández Torres descubrieron los restos del pecio una mañana de junio de 1.980. Buceando por la zona vieron en el fondo lo que parecía una serie de columnas alineadas y varias argollas junto a un gran ancla de unos cinco metros de altura y varios miles de kilos de peso.
Las supuestas columnas según las fotografías obtenidas por los jóvenes submarinistas eran en realidad diez o doce cañones de casi tres metros y dos toneladas de peso junto a cantos rodados de piedra utilizados entonces como lastres en las embarcaciones de la época. Dentro de ese capitulo de hipótesis  se especuló que los restos pertenecen a un buque de la Armada Española que cuando naufragó con unos 200 hombres a bordo navegaba rumbo a Cartagena, equipada según entonces con dos chalupas de desembarco por lo que se estima que al menos una decena de personas pudieron morir en el naufragio y los restantes salvarse dada la corta distancia con tierra, pero no hay datos precisos ni documentación que permita saber que ocurrió exactamente. Aunque nueve años después, en agosto de 1,989 volvieron a realizarse nuevas prospecciones en las que intervinieron junto a los descubridores del yacimiento arqueológico, Julián Martínez, Antonio Cazorla, Manuel Urquiza y Manuel Falces entre otros. Doscientos sesenta años después del naufragio, ahí sigue encallada en la arena este tesoro histórico.



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COCAINA EN ALTA MAR

El 24 de noviembre de 1.987 la Policía se incautó del mayor alijo de cocaína intervenido hasta ese momento en España, al apresar en el puerto de Carboneras al mercante de bandera panameña "Anadria" que transportaba 77 kilos y medio de cocaína en estado puro.
En dicha operación fueron detenidas catorce personas. La Policía desarticuló una organización internacional con base en Colombia. En aquellas fechas se cifró el valor de la droga aprehendida en mas de 1.500 millones de pesetas, una vez cortada y manipulada en los mercados clandestinos de los países de centro Europa, a donde iba destinada. En aquel tiempo, la operación fue calificada como una de las más importantes que la Policía efectuó contra las redes de traficantes sudamericanos que se introducían en Europa.  El récord estaba entonces en los 72 kilos de ésta misma sustancia que en 1.986 se intervinieron en La Coruña.
El buque "Anadria" de 158 metros de eslora y casi 30 metros de manga, según su hoja de ruta tenía previsto cargar dieciocho mil toneladas de yeso en el puerto de Carboneras. La amplitud del buque facilitaba la ocultación de la droga en los numerosos recovecos del barco, por lo que una vez el buque inmovilizado y atracado en el puerto de Almería, fue necesaria la presencia de perros adiestrados del Servicio Cinológico de la Guardia Civil.
La operación se había iniciado un mes antes. El comisario jefe del Servicio Central de Estupefacientes, Fernando Martínez Cos Gallón dirigió personalmente el servicio, por lo que en unión de otros especialistas se desplazaron desde Madrid. En la capital de España, a mediados del mes de octubre de 1.987 detectaron a dos individuos, uno de ellos de nacionalidad colombiana, relacionados con el mundo de las drogas que solían efectuar rápidos desplazamientos desde Madrid a otras provincias.
El 20 de noviembre, el Grupo de Estupefacientes de la ComisarÍa de Almería localizó en la localidad turística de Mojácar, un bungalow alquilado por individuo sospechoso con antecedentes penales por tráfico de drogas y que según el Jefe del Servicio Central de Estupefacientes conocía el sur de España y durante un tiempo residió en la localidad malagueña de Benalmádena.
El apartamento de Mojácar, lo compartía con varias personas de nacionalidad colombiana.
El 22 de noviembre, los dos individuos a los que seguía la Policía se desplazaron hasta Carboneras. Lo hicieron a horas intespectivas, las dos de la madrugada. Abandonaron el coche en el que se habían desplazado desde Mojácar en las inmediaciones de la playa de El Algarrobíco. Uno de ellos vestido con traje de submarinista se introdujo en el mar dirigiéndose nadando hasta un barco fondeado a media milla de la costa.
Cuando regresó llevaba consigo un fardo, en cuyo interior se encontraron veinticinco paquetes forrados que ocultaban casi 30 kilos de cocaína. Fue el momento de la intervención policial. Los agentes, con visores infrarrojos controlaban a distancia los movimientos de los traficantes. Al darles el alto, de inmediato huyeron a campo través, perdiéndose por las pequeñas colinas cercanas a la playa. La huida duró poco.
En simultáneo,  la Policía detenía en el hostal Americano de la capital a un colombiano conceptuado como uno de los responsables de la organización, mientras paralelamente la Policía detenía a otras cuatro personas en Málaga y cuatro más en Madrid relacionadas con la red de traficantes.
Una vez interceptados los traficantes de Carboneras, la Policía solicitó la intervención de la Unidad de Submarinistas del parque contra incendios de Almería para rastrear los fondos marinos cercanos al buque fondeado. Tras permanecer varias horas bajo el agua, con una mar picada la búsqueda de nuevos fardos de droga resultó infructuosa.
No obstante, la inspección del mercante, fondeado a unos 800 metros del puerto de Carboneras, permitió localizar otros 48 kilos de cocaína ocultos en lugares distintos del barco, como uno de los camarotes deshabitados y el hueco donde se alojaba el ancla.
La Policía con la colaboración del capitán del buque, detuvo al primer oficial y a otros dos marineros colombianos. El capitán del barco, Miguel Esteruela, de 49 años, natural de Bilbao, ajeno a todo el tema, colaboró desde el primer momento con la Policía, para desenmascarar a los traficantes, entre los treinta dos miembros de la tripulación.
El mercante "Anadria" de bandera panameña partió con su carga desde el puerto de Buenaventura (Colombia) y se dirigía al puerto de la bahía de Hudson (Estados Unidos) tras hacer escala técnica en el puerto marroquí de Casablanca. El "Anadria" estaba siendo controlado por la DEA norteamericana  desde 1.983 sospechoso de que fuese un medio de transporte de drogas de Sudamerica a Europa.
Curiosamente la Policía no encontró la droga en el primer registro que efectuaron. No obstante, el instinto de los agentes antidrogas hizo que un día después, con el barco atracado, revisando huecos falsos y posibles depósitos junto a recientes soldaduras lograron intervenir el resto de el alijo.
Ha sido sin duda uno de los mas  importantes golpe asestado al narcotráfico internacional en la provincia.



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TRAGADOS POR EL MAR

Empezaba a oscurecer. La dotación del helicóptero empezó a llegar al aeropuerto de Almería. Dentro del plan de trabajo, para la noche del 15 de diciembre de 1.989, se le había participado al comandante de la aeronave Alfonso Blanch la orden de sobrevolar el mar de Alborán en misiones de vigilancia, al detectarse cierto movimientos de embarcaciones recreativas, en la zona de la mar Chica en aguas marroquíes cercanas a Melilla. El helicóptero no logró llegar a su destino, el mar se lo tragó.
Alfonso Blanch, instructor de vuelo, antes de pertenecer a la empresa Helipsa con base en Madrid, a quien el Servicio de Vigilancia Aduanera le tenía asignada la contratación de los medios aéreos, tenía en su currículum una notable hoja de servicios profesionales con varias miles de horas de vuelo y una gran experiencia desarrollada en Europa y los Estados Unidos. Blanch estaba próximo a cumplir la edad reglamentaria para seguir desarrollando su actividad como piloto.
La aeronave salió del aeropuerto, en torno a las siete de la tarde. La noticia de la desaparición del helicóptero, se conoció horas mas tarde una vez que el mecánico de vuelo, que se encontraba en tierra, no pudo contactar con el helicóptero al transcurrir las cuatro horas de autonomía de vuelo del aparato.
Estableciendo contactos con los aeropuertos mas cercanos, se comprobó que el helicóptero no había tomado tierra en ninguno de ellos, activándose de inmediato el plan de emergencia para su localización.

La operación se centró frente a las costas de Almerimar.
La impresión que se tenía, era que el helicóptero sufrió el accidente, unos veinte minutos mas tarde de despegar del aeropuerto de Almería. Desde el viernes 15 de diciembre, mas de un centenar de personas empezaron a movilizarse. Embarcaciones de la Armada, Vigilancia Aduanera, Guardia Civil e incluso algunos pesqueros, unieron esfuerzos para rastrear la zona donde se sospechaba pudo haberse producido el accidente, desplazándose desde Algeciras varios helicópteros y un avión del Servicio Aéreo de Rescate. Esa noche la búsqueda fue infructuosa.
A las siete y media de la mañana del sábado 16 de diciembre, a unas ocho millas donde se sospechaba pudo haberse producido el siniestro, uno de los marineros del pesquero almeriense con base en el puerto pesquero de Roquetas de Mar "Las Marías", detectó el cadáver de uno de los tripulantes del helicóptero, flotando boca arriba y con los brazos en cruz a unas dos millas de la costa de Cerrillos.
El cadáver no presentaba signos de rigidez y correspondía a Asdrúbal Ferréiro Niño, de 30 años de edad, natural de Madrid y copiloto de la aeronave. En su chaleco de aviador, figuraba el numero profesional del fallecido. 407 5672200, perteneciente a la empresa Helipsa, concesionaria de estas unidades para el Ministerio del Interior.
El copiloto fue rescatado, por la dotación del pesquero, trasladándolo  hasta el puerto de Roquetas. A juzgar por los detalles del cuerpo, se calculó que el accidente se produjo unas siete u ocho horas antes y las primeras hipótesis, apuntaron a que el helicóptero  que no ha llegado a aparecer, ni el otro tripulante  no llegó a explotar sino que por causas no determinadas, incluso se habló de un posible despiste, o una avería súbita en los altímetros, ya que al parecer volaba muy bajo, el aparato perdió estabilidad cayendo al mar en picado.

Los años han pasado y no se ha llegado a aclarar meridianamente  que pasó. El helicóptero sigue en el fondo del mar y el cadáver del piloto, Alfonso Blanch, atrapado en su interior dentro de la estructura del aparato. Ni avezados pescadores de la zona, junto a especialistas y buceadores del buque de la Armada "Guadalmedina" equipados con cámaras hiperbáricas, que durante dos semanas rastrearon toda la zona, hallaron restos algunos del accidente que posibilitara el rescate del cadáver del comandante o el aparato siniestrado.



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FUGITIVOS DE LA MISERIA
DESEMBARCO EN ALMERIMAR 1992

Aunque no se puede hablar propiamente de naufragio este caso si entra dentro de ese mismo capitulo en cuanto a tragedias del mar se refiere.
Más de 250 inmigrantes marroquíes, de los que 107 fueron repatriados a su país de origen y dos personas fallecidas, fue el balance registrado en el mayor desembarco de inmigrantes ocurrido en la provincia de Almería frente a las costas de Almerimar cuando trataban de introducirse en nuestro país a bordo de una pequeña traíña y dos pateras remolcadas, tras una peligrosa travesía que según versiones de algunos de los inmigrantes pudo haber costado la vida por asfixia  a otras veinte personas.
Algunos de los marroquíes informaron entonces a las autoridades, que durante la travesía, durante la noche habían arrojado por la borda los cuerpos de numerosas personas, fallecidas por asfixia en la bodega del barco entre ellos una mujer que murió aplastada.
La expedición marroquí partió de una pequeña playa próxima a Nador, la tarde del 4 de febrero de 1.992, en una embarcación que unos diez años antes había vendido un armador de Roquetas a un marroquí en Alhucemas. Los inmigrantes viajaron en la bodega de la traíña de unos doce metros de eslora durante mas de veinte horas que duró la travesía.
La madrugada del jueves 6 de febrero, sobre la una y media de la mañana, un patrullero de vigilancia de costas de la Guardia Civil, entre Punta Entinas y Guardias Viejas, controlaban desde la carretera de la costa a través de los visores infrarrojos los movimientos de una embarcación sospechosa que con las luces apagadas se acercaba lentamente.
Desde el puerto deportivo de Almerimar, el vigilante nocturno casi a la misma hora vio moverse sombras por los aledaños del puerto que corrían en pequeños grupos hacia la zona de la urbanización. La intervención de la Guardia Civil sembró el pánico entre los asustados inmigrantes cuando se disponían a desembarcar, muchos de los cuales se arrojaron al mar tratando de escapar, muriendo en el intento dos de los inmigrantes de 24 años de edad cada uno, posteriormente identificados como Salman Ahmed y Ahmed Oyelde Simbarx.

A las dos de la mañana la situación la tenía controlada la Guardia Civil. La traíña quedó encallada en la playa de Almerimar y desde la patera remolcada, situada frente a Punta Entinas, los inmigrantes se lanzaron al mar tratando de ganar la costa a nado. En los primeros momentos fueron arrestados 36 norteafricanos.
A lo largo del día se incrementaron en mas de un centenar. Otro nutrido grupo logro huir, a través de caminos de invernaderos ocultándose varias horas. Había familias enteras e incluso en aquellas fechas entonces, dos mujeres, todos en edades comprendidas entre los 18 y 40 años.
La mayoría de los detenidos carecían de documentación y todos habían pagado entre las 40.000 y las 60.000 pesetas, por conseguir un pasaje en la embarcación que les llevaría a El Dorado. También un importante numero de los inmigrantes habían estado antes en España, residiendo en la región catalana y muchos estaban en posesión del resguardo de haber solicitado su regularización.
De todos los inmigrantes interceptados, solo uno de ellos precisó asistencia sanitaria y tuvo que ser atendido en el departamento de Urgencias del hospital comarcal de Poniente, con síntomas de deshidratación y fiebre.
Las labores de búsqueda de inmigrantes o de los posibles cadáveres se reanudó horas mas tarde de ser interceptados, rastreando un amplio radio de varias millas, embarcaciones de la Guardia Civil, Vigilancia Aduanera y pesqueros de la zona, junto a un helicóptero del Cuerpo Nacional de Policía desplazado desde Málaga.
Los testimonios de los norteafricanos, eran difusos y contradictorios reafirmándose en que murieron mas personas sin precisar si fue en aguas españolas o marroquíes a las pocas horas de iniciar la travesía. Para las autoridades españolas, tras finalizar las labores de rastreo, era improbable dicha posibilidad y estimaron que el objetivo de las declaraciones consistían en evitar la búsqueda de otros ilegales que lograron escapar del cerco policial.
Varios de los detenidos llevaban direcciones y teléfonos de amigos y paisanos afincados en el poniente de Almería o en Cataluña y Levante. En aquella ocasión y por primera vez, además de restos de comida o botellas de agua, la Guardia Civil encontró en una de las pateras, una pequeña bolsa deportiva con 40 pastillas de resina de hachís, con un peso aproximado de  unos 10 kilos.
El desembarco de Almerimar, está  considerado  como el mas espectacular y numeroso ocurrido en la provincia de Almería donde por primera vez, dos mujeres Fátima y Alhuceima  de 18 y 30 años, se sumaron a esta arriesgada y peligrosa aventura de atravesar el mar de Alboran.
Esta es la historia de un desembarco frustrado, con algunos muertos en la travesía y con la repatriación de nuevo y vuelta a empezar. Por eso cada tarde al caer la noche, si el tiempo lo permite, muchas embarcaciones zarpan clandestinamente desde la zona norte Marruecos cargadas de seres humanos que se ponen en manos de las mafias y arriesgan sus vidas para huir de la miseria.
Son miles ya los  ciudadanos marroquíes, que intentan ganar las costas españolas y alcanzar el paraíso europeo por eso cada día, cada semana, cada mes, son muchos los que pierden la vida con la esperanza de vivir mejor o curiosa paradoja, por lo menos vivir.



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AMETRALLADO EN ALBORAN

A la familia de José Manuel Salmerón Barranco, nadie podrá quitarle la duda si actualmente estaría aún vivo, si cuando fue ametrallado el pesquero donde trabajaba en alta mar, un helicóptero lo hubiese trasladado con vida hasta un centro sanitario adecuado, en vez de que en su auxilio se desplazara una embarcación de la Armada que tardó cinco horas en llegar a la posición donde se produjo el incidente sin poder hacer ya nada por salvarlo. 
José Manuel Salmerón, tenía 43 años. Murió desangrado por la herida de una bala en el hombro izquierdo. Una patrullera argelina que persiguió al pesquero "Enmanuelle" tuvo la culpa.
A María Escámez, esposa del pescador muerto, le pegó un vuelco el corazón cuando poco antes de las siete de la mañana del 7 de junio de 1.998, su padre Simón Escámez, se presentaba en su vivienda de la calle Galeón, numero 6 de la barriada de Pescadería.
Con un nudo en la garganta, el hombre empezó titubeante a explicarle a su hija, que su marido, había sido alcanzado de un disparo después que una patrullera argelina ametrallara al pesquero en el que iba enrolado y fuese avistado faenando en aguas jurisdiccionales  argelinas, según las autoridades magrebíes.
María Escámez, hecha un manojo de nervios abandonaba la casa para dirigirse al puerto. Aunque, ya lo había intuido, tenía aún la esperanza de que José Manuel estuviese vivo. Pero no lo estaba. José Manuel Salmerón, victima del incidente y motorista de la embarcación dejó viuda y dos hijos de ocho y doce años.

La noticia un tanto escueta llegó hasta Almería a primeras horas de la mañana del sábado.
El pesquero almeriense "Enmanuelle" había sido ametrallado la madrugada del viernes 7 de junio de 1.991 por una patrullera argelina, cuando éste se encontraba faenando a unas 35 millas de la costa africana. Como resultado del ametrallamiento, el marinero José Manuel Salmerón, recibió un disparo cuyo impacto le causó un orificio de entrada y salida a la altura del hombro izquierdo. Seis horas después moría desangrado.
El pesquero "Enmanuelle" fue acribillado a balazos, por la patrullera sobre las nueve y media de la noche, cuando varios pesqueros  entre ellos el Lupus también de Almería y que fue apresado  faenaban en alta mar. José Manuel Salmerón, cuando se produjeron los hechos se encontraba en el puente de mando.
Al advertir la presencia de la patrullera, el pesquero intentó salir de la posición en donde se encontraban, siendo entonces ametrallado por varias ráfagas de metralleta.
El patrón de otro pesquero el "Segura Ferrer" que faenaba por la zona puso el hecho en conocimiento del centro Diana, sobre las diez de la noche, relatando lo ocurrido y solicitando a través de un SOS ayuda para trasladar a tierra a un herido muy grave tripulante del pesquero "Enmanuelle" alcanzado de un disparo cuando perseguía huía la embarcación perseguida por la patrullera de la armada argelina.
Para Antonio Quero, presidente  entonces de la Asociación de Armadores de Almería cuando se conoció lo ocurrido tuvo duras críticas para las autoridades que no enviaron medios rápidos para auxiliar al herido.
" Se pidió el servicio de helicópteros pero decidieron que saliese un barco. Tanto cuento de helicópteros como dice la Administración, pero el marinero murió desangrado sin asistencia".
La Dirección General de la Marina Mercante española justificó la tardanza por el mal estado del tiempo.
Sobre las doce de la noche, la lancha HJ III del Servicio de Vigilancia Aduanera de Almería, acompañada del buque de la Armada Española "Alsedo" partían desde el puerto de la capital con un médico y dos ATS a bordo. El pesquero se encontraba entonces a unos 150 grados y a unas 50 millas al sur de Cabo de Gata.
Cuando cinco horas mas tarde llegaron a la posición del pesquero, José Manuel Salmerón ya estaba muerto. Laura Vargas, una de las ATS, que se desplazó en el buque de la Armada en auxilio del herido declaró entonces en diversos medios de comunicación que "cuando llegamos ya estaba cadáver".

El pesquero fue remolcado por la patrullera de la Armada y conducido al puerto de Almería donde quedó atracado en la Escalinata Real sobre las siete de la mañana.
Los pescadores, entre los que se encontraban un hermano del fallecido, profundamente afectados por lo ocurrido permanecían en silencio, cabizbajos dentro del barco hasta la llegada del juez  pasadas las nueve de la mañana  que ordenó el levantamiento del cadáver. José Manuel Salmerón era, sobrino del armador del pesquero, Manuel Barranco Salinas quien en el mismo puerto sufrió una lipotimia al conocer que su sobrino había muerto. Llevaba dos meses trabajando en la embarcación.
Pescadería estaba consternada. Almería entera se sumó al dolor de un barrio y al sector pesquero. Unanimidad entre la tripulación. José Manuel Salmerón murió absurdamente por que en seis horas no tuvo ningún tipo de auxilio. Su hermano Luis Salmerón Barranco, de 38 años, enrolado en el pesquero y que vivió las últimas horas de vida de su hermano fue rotundo en sus manifestaciones. "Mi hermano murió desangrado, por que no tuvo asistencia médica, porque nadie vino en nuestra ayuda...y todo por no mandar un helicóptero.



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EL CASO DEL SUBMARINO DESPARECIDO

El pesquero almeriense "José María Pastor" navegó durante media hora a remolque de un submarino al que se engancharon sus redes cuando la embarcación se encontraba faenando en aguas del Estrecho de Gibraltar, según el informe denuncia que unos días después de producirse el incidente presentó el armador en la Comandancia Militar de Marina de Almería.
El hecho ocurrió de madrugada del 1 de octubre de 1.999 cuando el barco se encontraba a unas veintisiete millas de la costa española en aguas del océano Atlántico. Según el parte informativo emitido por el patrón, el pesquero “José María Pastor” fue sacudido por un fuerte tirón en sus aparejos, tras lo cual la tripulación observó atónita como  a al poco tiempo navegaban en sentido contrario a su marcha con evidencias claras de que el barco estaban siendo arrastrados. La marineros vivieron unos momentos de gran tensión y pánico al verse impotentes para detener el desconocido y fuerte impulso que los empujaba vertiginosamente  mar adentro.
Durante treinta minutos el pesquero fue arrastrado varios centenares de metros hasta que las redes cedieron, momento en el que la tripulación sorprendida observó como a cota distancia de donde se encontraban un submarino emergía a la superficie. Fueron solo unos minutos los que duró su presencia  en la superficie ya que de inmediato se sumergió sin que los tripulantes todavía con el miedo en el cuerpo pudieran darse cuenta de algunos detalles significativos que sirviesen para su identificación.
Conocido el hecho la Jefatura del Estado Mayor de la Armada informó a la Comandancia Militar de Marina de Almería que el submarino no podía ser español y que tampoco pertenecía a la OTAN, ya que en el momento en que se produjo el extraño suceso no había ninguno de la organización navegando por la zona.
Un portavoz de la Comandancia Militar dijo en aquellos días que no existía una  confirmación de la versión del armador, aunque indicaron que el incidente tiene verosimilitud porque por esa zona es frecuente que naveguen submarinos de países como la India, Argelia, China o Polonia, además de los de la OTAN.
La familia del armador manifestó públicamente su pesar por todo lo ocurrido ya que además de la crisis emocional que sufrieron los miembros de la tripulación el incidente les ocasionó cuantiosas pérdidas materiales. Todos los aparejos  y las artes de pesca quedaron destrozadas sin poder reclamar responsabilidad económica por las pérdidas  ya que desconocían a que país pertenecía el submarino.



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LA FUERZA DE UN PESO MOSCA

Un pequeño pesquero de la flota de cerco almeriense, "El Mosca", capturó el 22 de junio del año 2.000 en apenas unas horas más de cinco toneladas de pescado de roca de diversas especies, todos ellos de gran tamaño, de entre 15 ó 20 kilos cada uno cuando la embarcación  se encontraba faenando  a unas ocho millas de la costa frente al litoral del Cabo de Gata.
Según informaron esos días fuentes de la Cofradías de Pescadores de Almería se trataba  de un hecho insólito dado que este tipo de peces (corcoval, sargo, sama y perjaladrillo), suelen encontrarse ocultos entre rocas y sólo abandonan sus hábitats en situaciones muy particulares, como el proceso de desovación.
El banco de "peces gigantes" fue descubierto por el sonar de El Mosca de madrugada. Los pescadores pensando que la concentración de peces  podrían ser un banco de sardinas o jureles, los ocho tripulantes de la embarcación lanzaron sus redes al mar y poco después cuando empezaron a izar las artes descubrieron, para su sorpresa, que se trataba de pescado de roca de gran tamaño.
Las faenas de extracción e izado de las capturas fueron tan pesadas y complicadas que algunas de las artes de pesca no preparadas quizás para soportar tanta cantidad de pescado de un peso superior al habitual, quedaron destrozados debido a la cantidad de pescado acumulado en las redes.
En los cuarenta y seis  años de vida de la pequeña embarcación sus tripulantes nunca había efectuado una captura de tales características. La totalidad de la capturas fue vendida a una empresa almeriense que se encargó de distribuir los peces gigantes a exportadores del norte de España por un montante económico en torno a unos siete millones de pesetas.. La hazaña de “El Mosca” ya está inscrita en los record de capturas de este tipo en la historia de la pesca en Almería.



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TIBURÓN A BORDO

En el Mediterráneo está documentada la presencia de casi medio centenar de especies de tiburones, aunque la mayoría son de pequeño tamaño y abundan mucho más en la zona oriental. Dentro de las especies potencialmente peligrosas que suelen aparecer por el litoral almeriense, aunque sin haber provocado percances de importancia  destacan el marrajo y la tintorera. A estos grandes escualos les atraen mucho más los bancos de atunes o de otras especies y  no se acercan a los humanos en busca de comida. Se alimentan exclusivamente de plancton que filtran gracias a sus microdientes.
La mayoría no son de interés comercial y tampoco amigos de los pescadores debido a los daños que ocasiona en sus aparejos. El 29 de octubre de 2.003, uno de estos escualos- un marrajo- con 604 kilos de peso y mas de siete metros de longitud, quedó enganchado en las redes del pesquero “Antonio y Angelita” con base en el puerto de Carboneras cuando se encontraban faenando en el caladero del “Canto de Almería” a unas doce millas al sur de Cabo de Gata. Según recuerdan los pescadores de la flota de palangre de esta localidad ha sido el tiburón azul más grande capturado en aguas almerienses en los últimos diez años.
El día de su singular captura, los nueve tripulantes del marrajero “Antonio y Angelita” llevaban en la mar doce horas. La noche había estado en calma, pero sobre las dos y media o tres de la tarde, un ligero poniente fresco comenzó a perturbar la estabilidad del pesquero de 20 metros de eslora, seis de manga y con una potencia de 600 caballos cuya dotación se disponía a izar las artes caladas a unos 250 brazas de profundidad. De pronto el barco hizo un extraño movimiento que alertó a su patrón y propietario Pedro López Soto que de inmediato lo colocó a popa. Los nueve hombres, pescadores experimentados y sabedores de su oficio se miraron entre ellos intercambian cómplices miradas. Algo “gordo” llevaban en las redes. La tensión y los nervios se fueron agudizando a medida que pasaban los minutos luchando contra ka desconocida captura manteniéndolos en ese toma y daca durante mas de una hora. Soltaban y recogían el seda hasta que empezó a emerger por la superficie la cabeza del enorme escualo. En la boca y entre su potente dentadura a medio engullir un pez espada de unos 40 kilos de peso.
Cuando ya el tiburón estaba en la superficie dominarlo parecía una tarea imposible. Un acertado lazo plomado a la altura de la cola inmovilizó al animal. Cuando ya estaba en el aire empezó a dar vueltas soltando su presa fijando la señal de los dientes en la misma borda de acero de la embarcación. Allí dejo su sello y algunos de sus afilados dientes.
Finalmente lograron darle muerte e izarlo a bordo. Su exposición en la Lonja de Carboneras antes de ser troceado para su comercialización congregó a decenas de personas que nunca en su vida habían visto de cerca un tiburón de estas características por la zona. Hay datos, de que hace un par de años, otro barco de Águilas por esta misma zona capturó otro excepcional ejemplar que rebasó ligeramente la media tonelada. De momento el record lo ostenta el “Antonio y Angelita” una embarcación que tiene unos doce años de antigüedad y que forma parte de la potente flota palangrera de Carboneras, la mas nutrida en cuanto a barcos- unos setenta- de toda la provincia de Almería.

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